En nuestro día a día, nos podemos cruzar
con un sinfín de personalidades celosas,
inmaduras, paranoicas, infantiles y egoístas. En definitiva, lo que
comúnmente conocemos como posibles personas tóxicas.
Este tipo de personalidades pueden ser de muchos
y diferentes tipos, manteniendo una característica en común: no aportan,
ni generan nada positivo a
una relación sentimental o de amistad.
Se caracterizan por destruir cualquier
intento de crear vínculos sanos y respetuosos para ambas partes.
Atraen y facilitan las malas vibraciones ya que nada les satisface. Y lo más
importante, en su totalidad, todo les molesta, terminando por
absorberte psicológicamente para que lleves a cabo las acciones que solo les
pueden ser a ellos favorables.
El psicólogo Albert
J. Bernstein, autor de “Vampiros emocionales”, nos
advierte que lo más complicado a la hora de relacionarnos con este tipo de
personas es que nos roban la energía sin apenas concedernos tiempo para
respirar y ser conscientes de esta situación.
Bernstein destaca que se
caracterizan por ser personas expertas en construir relaciones con alto
grado de absorbencia y, de esta forma, tratarse de verdaderos
maestros del arte de intoxicar. De
ahí su nombre.
Debido a esto, resulta difícil identificarlos a
simple vista sin ser conscientes de lo complicado de su personalidad hasta que,
después de estar un tiempo con ellos, acabamos repitiendo las mismas
emociones y sensaciones negativas: apatía, agotamiento,
frustración, estrés o descanso al encontrarnos por fin solos.
Algo habitual en nuestra sociedad cuando hablamos
de este tipo de personas es que, en muchas ocasiones, somos nosotros mismos los
que nos creamos una percepción distinta a la realidad negando que sean
‘vampiros emocionales’, sobre todo si se trata de nuestra pareja, un amigo
o un familiar.
Incluso cuando hablamos de estas situaciones,
nosotros mismos nos podemos “echar la culpa” por estar
consintiendo la situación inconscientemente y pensamos “será cosa mía”
o “puede ser mi culpa”; pensamientos que solo nos llevan a
mantener y avivar una relación toxica e insana.
Consentir tal malestar, únicamente originará que
los demás te pierdan el respeto, sepan que pueden aprovecharse de ti y
abusar de tu confianza.
Varios estudios sociales, destacando la obra del
psicoanalista francés Dominique Barbier “La
fabrique de l’homme pervers” nos facilitan una explicación científica
de por qué vivimos como sociedad en un contexto
próspero para la expansión y crecimiento de este tipo de personalidades tóxicas.
“Las personalidades tóxicas también son
contagiosas y contribuyen a que se generalice una especie de paranoia social”,
explica Barbier. Por otro lado, la psiquiatra y psicoanalista Marie-France
Hirigoyen confirma en una entrevista a El Confidencial la
teoría social de que “para triunfar en la vida hay que ser un buen
manipulador”.
Todo ello nos lleva a acabar utilizándonos
los unos a los otros como meros instrumentos que, cuando dejamos de servir
para conseguir determinados objetivos personales, acabamos ignorando.
Pero para gozar de una plena calidad de vida debemos evitar llegar a este
punto. Para ello, me encantará compartir contigo este vídeo donde comparto las
5 principales características que te permitirán identificar a una persona
tóxica a simple vista:
Además, también es importante tener en cuenta los siguientes indicios que
pueden reflejar que te encuentras ante un “vampiro
emocional” a nivel social y psicológico:
1. Presentan una elevada capacidad
psicológica a la hora de detectar los temores y fantasmas de aquellas personas
que demandan como víctimas. Pueden hacerte creer que con ellos todo
puede ser posible, y así manipularte más fácilmente. De esta forma, saben
adaptar a la perfección su comportamiento dependiendo de la víctima en
cuestión.
2. Pueden darle la vuelta a una situación
con gran habilidad, realizando a la perfección una falsa victimización: hacer sentir que tú eres el verdugo y
él/ella la víctima.
3. Se trata de personas expertas en
transformar la realidad mediante mentiras y empleando el doble lenguaje.
Pueden combinar el empleo de insultos y halagos amables en una misma frase. De
esta forma controlando así el discurso y pensamiento del oyente.
4. No respetan la autonomía de los
demás e imponen sus propios criterios personales.
5. Sus principios personales cambian
dependiendo del objetivo que necesiten conseguir.
6. No suelen sentir sentimiento
de culpa en ningún momento.
7. Se trata de personas con una gran
capacidad de estrategia mental. Son poco creativos pero constantes a
la hora de conseguir sus metas y recursos.
8. Suelen presentar cierta incoherencia
entre su comportamiento y “lo que dicen” o verbalizan. Probablemente,
emitan juicios y valores altruistas pero a la hora de ponerse en acción, sus
gestos sean egoístas pensando únicamente en un interés personal.
No me despediré sin antes recordarte que cuando
nos relacionamos con este tipo de personas es necesario ser conscientes de
la importancia de empatizar e intentar entender nuestro alrededor en todo momento,
brindar amor incondicional, y tener en cuenta que todos nosotros somos
seres humanos con vidas diferentes y únicas, las cuales nos llevan a actuar de
una forma u otra.
En tus manos queda la responsabilidad de pretender vivir y sentirte de una
forma sana y plena contigo mismo y en definitiva, con el mundo.